Jesús Abad Colorado
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Jesús Abad Colorado: fotografía periodística y documental en zonas de conflicto

Una conversación con Jesús Abad Colorado.

Desde hace varios años la memoria se convirtió en una preocupación que se compenetró por completo con mi vida. Una sensación de impotencia y horror mezclada con un impulso por hacer y transformar. A veces sin saber qué pensar, otras sin saber qué sentir, otras sin saber cómo actuar. Inquieta porque unos eventos impactan más que otros, porque las voces se alzan frente a unas cosas pero se callan o las callan frente a otras. Contrariada por tanta indiferencia y olvido.

Más o menos por esa misma época, vi por primera vez una foto de Jesús Abad Colorado. Las palabras son insuficientes ante sus imágenes, pero ciertamente son imágenes que interpelan. Su trabajo es muy valioso en tanto es un ejercicio de construcción de memoria histórica, de sensibilización ante la vivencia de otros, de dar un rostro, un nombre y un escenario a tanta violencia y barbarie. El 8 de octubre del 2014 tuve la oportunidad de conocerlo y entablar un diálogo en torno a su vida. Esto fue lo que nos contó.

Jesús Abad Colorado López es conocido en el país por su trabajo de fotografía periodística o documental sobre todo en zonas de conflicto. Soy hijo de una familia campesina que por situación de la violencia en el año 60 llegó huyendo desplazada a la ciudad de Medellín del municipio de San Carlos, Antioquia. Mi familia también vivió el desarraigo y perdimos familia, mis dos abuelos y dos tíos, el 16 de agosto de 1960. Mis padres huyeron con mis 5 hermanos mayores y en la ciudad de Medellín nacimos 3, yo soy el último de esos 8 hijos. Muchos de mis tíos huyeron también hacia zonas del Magdalena Medio y Antioquia.

Jesús Abad estudió periodismo en la Universidad de Antioquia en la ciudad de Medellín, entre finales de 1986 y el año 92. Es increíble que cuando yo entré a la Universidad de Antioquia, en ese primer año la sola universidad mía vivió la muerte de 20 estudiantes y profesores, asesinados por la extrema derecha en este país. No solamente por gente ligada al paramilitarismo y al narcotráfico, sino a sectores del establecimiento colombiano llámese ejército o policía, que lo que querían era acabar con un pensamiento demócrata, porque no estoy diciendo que asesinaran comunistas, pues muchos de ellos estaban afiliados al partido Liberal y Conservador. Le puedo decir de Héctor Abad Gómez, el médico; era de un sector del liberalismo, que se lanzó a la Alcaldía de Medellín por un partido que se llamaba el Directorio Liberal Popular. O mataron también a un abogado que se llamaba Luis Fernando Vélez Vélez, un abogado que trabajaba temas de derechos humanos como el médico Héctor Abad, que tenían en unidad la defensa de la vida, la defensa de los derechos humanos.

Yo entré a estudiar periodismo porque me encantaban las columnas que escribía ese médico y humanista que era Héctor Abad, y me encantaban las columnas de un abogado que se dedicó a la venta de libros y al periodismo que es el maestro Alberto Aguirre. Pero ese primer año de carrera mataron 20 estudiantes y profesores, así que a mí me dio miedo empezar a escribir porque escribir en un país y expresarse a veces en temas de derechos humanos y de justicia, parece un delito, porque no lo entienden como un ejercicio de democracia y un ejercicio de compromiso con los derechos humanos. Pues bien, fue tanto el miedo que a mí me dio en ese primer año, estudiando periodismo, que cuando empecé el segundo semestre tomé la determinación de que mi ejercicio del periodismo iba a ser con la cámara y con la forma como yo veía esta sociedad. Muchas personas se burlaron al comienzo y decían que cómo un estudiante de periodismo se iba a dedicar a la fotografía. Pero yo les decía que iba a ver con otros ojos y que esas imágenes iban a ser tema de memoria, iban a contar parte de la historia de este país y se iban a distinguir sobre las demás.

Cuando entré a trabajar en prensa, me tocó conocer este país de formas muy diversas. El periodismo le posibilita a uno salir a caminar pero sobre todo a conocer la gente sencilla. Yo salí a tomarle el pulso a este país y a mirar con mis ojos, con mi corazón, con mi sentimiento lo que sucedía, viendo un país maravilloso pero con muchas injusticias. Mucha gente linda he conocido aún en medio de las tragedias, porque es que uno no tiene ojos para el dolor, uno tiene ojos para la vida, y en la vida hay situaciones dolorosas y hay situaciones muy bonitas, y a veces usted va a una región que está viviendo situaciones muy fuertes y aun así uno conoce a gente que hace poesía, que hace música, que hacen pintura, y se lo digo porque los he conocido en Bojayá, los he conocido en Urabá, los he conocido en el oriente antioqueño, en el Catatumbo o en Tumaco.

Yo no llego disparando la cámara porque estaría haciendo mal, yo primero trato de llegar y que la gente sepa quién soy y quiero saber quiénes son con los que estoy. Llego mirando el rostro de las personas, para entender lo que sucede. La marca de la cámara con la que uno hace su foto es la marca del corazón y la marca del humanismo que eso es lo que nos debe distinguir entre todas las cámaras costosas que hay en el mundo. Muchos periodistas en este país o profesionales de distintas áreas, se enseñan a mirar de una manera vertical al campesino, al obrero, a la prostituta o al gamín. Yo digo siempre que cuando usted esté trabajando o en una relación con una comunidad, uno siempre debe mirar de frente y a los ojos, para entender que quien tengo enfrente es un ser humano como yo y merece respeto incluso cuando estoy enfrente de un combatiente, independientemente de si está a la izquierda o a la derecha o si representa al Estado. Yo trato de recordarle a la gente que ese ser humano también tiene una dignidad y lo peor que haría sería buscar cuál es el ángulo más perverso para hablar de si es malo o si es demasiado bueno. Yo trato de recordarle, desde una fotografía, que es un ser humano. Yo no sé por qué circunstancias llegó a la guerra pero lo que le quiero recordar es que él es una persona y como persona puede ser padre, es hijo, puede amar, y también puede llorar, pero también puede celebrar la vida que es lo que estamos esperando en Colombia hace muchas décadas, que termine esa horrible noche que es la guerra y que esos guerrilleros, paramilitares y soldados algún día puedan ser vistos con respeto en el campo o en la ciudad.

No me gusta tergiversar la historia. La gente sabe que usted contó con verdades lo que ellos vivieron, no para acomodársela como quieren a veces algunos que se cuente la historia. No hay nada mejor que desde el periodismo poder estar en esos lugares y contar en primera persona los hechos que sucedieron y quiénes fueron los afectados. Por eso es tan importante el periodismo, por eso es tan importante la memoria y por eso digamos cuando con el paso de los años hacemos memoria histórica es tan importante el testimonio de lo que sucedió y cómo se documentó, a veces bien, a veces mal. Pero es muy importante cuando hay periodistas o fotógrafos que logramos hacer un trabajo para contar la historia de acuerdo a como la vivimos y nos la contó la gente.

Yo trabajo con fotografías porque esas imágenes permiten recordar; y ese recordar esos hechos no es para que nos siga doliendo siempre, sino para que sean un proceso de formación y para que la gente entienda que tenemos que construir una sociedad más justa, una sociedad más equilibrada, una sociedad con menos impunidad, con menos corrupción. Esos trabajos de memoria que yo hago, son para recordarle a una sociedad que esos hechos no se pueden repetir, pero también a esos gobernantes que esas barbaries que hemos vivido se han dado por su ineficacia, por su mala administración política.

¿Y por qué lo sigo haciendo?... ¿tú te imaginas si yo no tuviera ojos para ese dolor?, ¿qué hubiera pasado si ese reportero gráfico, periodista, fotógrafo o ser humano, no hubiera ido a ese lugar para entender lo que estaba sucediendo? Más que ir a hacer fotografía a los muertos era ir a buscar el rostro de los vivos porque ahí estaba la tragedia, pero ahí también estaba la dignidad, ahí estaba la grandeza de nuestros campesinos que llevan siglos o décadas atropellados y perdiendo la tierra. Entonces lo que uno trata de hacer es dejar una memoria que por lo menos esté a la altura de la gente que ha perdido. La memoria es muy importante para no olvidar, es para recordar, a veces para no repetir la misma historia, eso hace que lo que hagamos desde la imagen, desde la palabra sea muy importante y mucho más si es escrita por la misma gente de la comunidad. Si el corazón y los ojos de Jesús Abad todavía siguen sonriendo es porque siempre donde he ido a ver situaciones de dolor y guerra es porque siempre he visto la esperanza.

Fuentes:

  • Entrevista a Jesús Abad Colorado, 8 de octubre de 2014

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