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Informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad

Por mandato de la Ley 975 de Justicia y Paz, el Grupo de Memoria Histórica elabora un relato sobre el conflicto armado y la evolución de los actores armados ilegales.

El 25 de julio de 2005 el Congreso de Colombia aprobó la Ley 975 o Ley de Justicia y Paz, “por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”, como el marco jurídico para facilitar el proceso de desmovilización de los paramilitares en Colombia. Fue una ley bastante cuestionada por diversos sectores nacionales e internacionales: bajas penas a pesar de cometer crímenes tan atroces, el hacer pasar por jefes paramilitares a narcotraficantes, la legalización de los órdenes instaurados en las regiones, por ejemplo.

En el marco de esta ley se creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación CNRR, entre cuyas funciones estaba el elaborar un relato sobre el origen y la evolución de los actores armados ilegales. La Comisión delegó esa tarea a Gonzalo Sánchez, quien conformó un equipo de trabajo, el Grupo de Memoria Histórica, con personas con trayectoria en el mundo académico o en organizaciones de derechos humanos para garantizar la rigurosidad académica y la independencia.

En primera instancia, decidieron trabajar a partir de casos emblemáticos, en los cuales fueran ilustrativos diferentes formas de victimización (masacres, desplazamiento forzado, secuestros), diversos actores victimizantes (fuerzas estatales, guerrillas, paramilitares), regiones del país y grupos poblaciones (afrodescendientes, indígenas, campesinos, mujeres). De ahí se escogieron casos como El Salado, La Rochela, Trujilo, Bojayá, San Carlos, El Tigre, Bahía Portete, y se abordaron casos de violencia de género, despojo de tierras, y la misma Ley de Justicia y Paz, entre otros. Tras la reconstrucción de 21 casos, procedieron con la elaboración del Informe General, bajo la coordinación general de Martha Nubia Bello.

Fue un informe muy difícil de elaborar porque se trataba de una versión que intentaba ser sintética, explicar por qué ha pasado lo que ha pasado, qué nos ha pasado, qué le ha dejado a las víctimas y a la sociedad colombiana este conflicto. Nunca será fácil ponernos de acuerdo en esa lectura, en decir en dónde pesa más responsabilidad, en escoger cuál es el hito de origen. El Informe no es un informe de una Comisión de la Verdad, es una apuesta interpretativa y sintética, y deja la discusión abierta y muchos reclamos (Entrevista a Martha Nubia Bello, 20 de agosto de 2014, editada).

Más que reducir la mirada del conflicto a los actores armados ilegales, de caracterizarlos como buenos y malos, y caracterizarlos como meros aparatos de guerra; el interés de hacer un relato sobre el conflicto armado consiste en abordar su complejidad, en considerarlo como resultante de actores y procesos sociales y políticos identificables, en desentrañar las lógicas de la violencia contra la población civil y las lógicas de la guerra, en reconocer la larga trayectoria del conflicto, las transformaciones sociales e institucionales, el sufrimiento e iniciativas por la memoria de las víctimas. De otra parte, para generar una reflexión profunda entre colombianas y colombianos, y afirmar que: “esto no fue un designio divino, esto no nos cayó como maldición, esta es una guerra que la hemos hecho nosotros y en la que hemos participado todos y todas de alguna manera” (Entrevista a Martha Nubia Bello, 20 de agosto de 2014).

El Informe no es una narrativa sobre un pasado remoto, sino sobre una realidad anclada en nuestro presente, para comprenderlo, aportar a su esclarecimiento y construir memoria histórica. Ahora bien, ¿por qué nos pasó lo que nos ha pasado?, ¿cuáles fueron los principales hallazgos del Informe?

Identificamos 5 factores de peso en la explicación sabiendo que no explican todo lo que aquí ha pasado. Uno no puede establecer una causa-efecto tan precisa, pero indudablemente está el tema de la tierra, el tema histórico muy vinculado al origen de los grupos armados. Es un tema que se ha transformado aunque sin resolver, eternamente aplazado, reformas inconclusas, oposiciones violentas a los intentos democratizadores de la tierra, un vínculo enorme entre tierra y poder político.

Un segundo factor lo llamamos “el miedo a la democracia y la instrumentalización de la democracia”; esta violencia se explica porque aquí ha habido un poder concentrado, excluyente, aquí no se ha podido hacer oposición política legal, aquí el Estado ha actuado en una perspectiva muy contradictoria y es que intenta democratizar y reprime a la vez. Entonces es una lógica perversa porque se abren canales democráticos pero apenas van a tomar su curso se despliegan mecanismos represivos. Nosotros nos hacemos una pregunta, ¿por qué después del 91, en ese intento de hacer una nueva carta política más incluyente, más reconocedora de derechos… por qué no paró la violencia después del 91, más bien al contrario, se recrudeció de tal manera que del 97 en adelante tenemos los años más duros de esta violencia?, ¿qué pasó con esa pretensión democratizadora que tenía la constitución? Justamente lo que hay es una reacción de las élites y de los poderes legales e ilegales a los propósitos democratizadores de la Constitución. Y esa reacción violenta se traduce en esos índices muy marcados de violencia después de los 90. Esa es la paradoja: no podemos aspirar a un fin del conflicto armado en este país mientras se siga persiguiendo a la oposición, y no solamente se persigue a la oposición, ahí está clarísimo, aquí se persigue a quien intenta hacer política de manera decente.

El tema del narcotráfico, tercer factor. Esta guerra no sería la guerra que hemos tenido sin el tema del narcotráfico. Si bien el narcotráfico no explica todo el conflicto armado, no se puede entender nuestro conflicto armado sin lo que le puso el narcotráfico. En cuarto lugar, este es un conflicto ligado a dinámicas internacionales, presionado por dinámicas internacionales, y es un factor que incide en nuestra propia lógica.

Y un quinto elemento, que para nosotros también fue muy importante, es que en este conflicto pesa mucho lo que ha sido la presencia desigual del estado en las regiones… el hecho de que el conflicto tenga una expresión fundamentalmente rural habla de que este es un país centralizado profundamente, no estamos hablando de ausencia del Estado, porque no es la tesis, es una presencia desigual, a veces demasiada presencia militar sin presencia social. Es un país de regiones con presencias desiguales del Estado que también explican por qué las guerrillas se consolidaron en regiones donde no había Estado, por qué los paramilitares se consolidan en ciertas zonas y con ciertos tipos de alianzas con el Estado. (Entrevista a Martha Nubia Bello, 20 de agosto de 2014, editada)

En Colombia es enorme el trabajo de la memoria por hacer. Es inconcebible que gran parte de los colombianos y colombianas no sepan en qué país viven ni tengan idea de lo que aquí ha pasado. Es por ello que la memoria debe interpelar a la sociedad y debe cumplir una función pedagógica, para que la gente se pregunte qué ocurrió aquí y por qué ocurrió. La apuesta es además por una memoria ejemplar, para extraer lecciones de ese pasado y convertirlas en principio de acción para el presente, para transformar las condiciones que llevaron a que pasara lo que pasó.

Fuentes:

  • Grupo de Memoria Histórica (2013). ¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional.
  • Entrevista a Martha Nubia Bello, 20 de agosto de 2014.
  • Ley 975 de 2005

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